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Actualidad

Transición Energética: Mucho más que una elección


El apagón del 28 de abril evidencia la urgencia de reforzar la red eléctrica y avanzar hacia una transición energética segura, estable y resiliente.

Madrid

Después del apagón del 28 de abril, debemos evitar el oportunismo, pero no nos podemos olvidar de reflexionar…

Ayer, 28 de abril, España y Portugal sufrieron un apagón sin precedentes que se prolongó durante muchas horas. Más allá de las molestias inmediatas —la falta de luz en nuestros hogares, comercios y espacios públicos—, este suceso nos lanza una llamada de atención: vivimos en un mundo donde la electricidad es un pilar básico de nuestra vida diaria, hasta el punto de darla por hecha. En las últimas cuatro décadas, hemos alcanzado una economía 100 % electrificada.

Trabajamos, nos desplazamos, nos comunicamos y producimos alimentos prácticamente en su totalidad gracias a la energía eléctrica. Pero, ¿qué ocurre cuando ese suministro falla? Días como el de ayer nos recuerdan la fragilidad de unos sistemas diseñados bajo parámetros muy diferentes a los actuales.

La transición energética no es solo una cuestión ambiental, sino una apuesta clara por la:

  • Estabilidad: asegurar que la generación y el consumo estén permanentemente equilibrados.
  • Seguridad: proteger las infraestructuras frente a fallos o fenómenos extremos.
  • Resiliencia: contar con marginación de potencia, almacenamiento y fuentes distribuidas que absorban fluctuaciones.

Para ello, es imprescindible reforzar nuestras redes de transporte y distribución energética, haciéndolas más robustas y flexibles.

Necesitamos infraestructuras inteligentes capaces de reaccionar en tiempo real, con sistemas de acumulación que aporten respaldo ante picos de demanda o cortes inesperados, y plantas de generación que diversifiquen el mix energético. Contrariamente a la creencia de algunos medios, una transición basada en renovables no genera oscilaciones inasumibles si va acompañada de:

  • Sistemas de almacenamiento de alta capacidad, que actúen como amortiguadores energéticos.
  • Redes de distribución digitalizadas, con herramientas de monitorización y control automático.
  • Interconexiones internacionales equilibradas, para repartir el riesgo y aprovechar excedentes transfronterizos.

El apagón del 28 de abril es un recordatorio. La transición energética es un desafío colectivo que exige visión a largo plazo, compromiso técnico y un enfoque estratégico. Hoy más que nunca, seguimos comprometidos con ese reto.